Omar ibn Al Jattab era un hombre fuerte y asertivo, y su corazón estaba lleno de un odio ardiente hacia el Islam. Las súplicas del Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y la belleza sublime del Corán cambiaron su mente, su corazón y su vida. Cuando Omar aceptó el Islam se convirtió en un hombre devoto de la Ummah de Muhammad y, como musulmán, estaba complacido cuando la Ummah estaba complacida, y disgustado cuando la Ummah estaba disgustada. Ummah es una palabra árabe, traducida aproximadamente como nación; pero, como muchas otras palabras árabes, no tiene una traducción exacta al español. La raíz de la palabra Ummah es amma, que significa "ir" o "salir a ver". La palabra imama significa "liderar el camino", por ejemplo, quien lidera la oración es el Imam. También se deriva de esta raíz la palabra umm que significa "madre", "fuente" u "origen". En países occidentales hispanoparlantes, la palabra nación suele definir al Estado-nación, cuyos miembros viven entre un conjunto de límites predefinidos, a menudo establecidos por diferencias religiosas, raciales o étnicas. Esta no es la definición de Ummah. Ummah se refiere a la comunidad de creyentes unidos con un propósito: adorar a Dios. Juntos son fuertes, divididos son débiles. Cada miembro está unido con todos los demás de una manera espiritual que puede tener manifestaciones físicas. Cuando una parte de la Ummah está herida, la Ummah entera siente el dolor[1]. "Esta es la comunidad a la que pertenecen [la de los Profetas], que es una única comunidad, y Yo soy su Señor; tengan temor de Mí". (Corán 23:52) Para ilustrar esto podemos referirnos a las imágenes que pasan por la televisión de musulmanes que denuncian el abuso y el maltrato sufrido por sus hermanos en países lejanos. En la Ummah de Muhammad, cuando un miembro sufre, el dolor en los corazones de los demás miembros es real. Los musulmanes defienden lo que es moralmente correcto, y lo inhumano no tiene cabida en la religión del Islam. Omar ibn Al Jattab reconoció esta característica única de forma inmediata y se autodeclaró un hombre de la Ummah. Cuando Omar ibn al Jattab aceptó el Islam, quiso ser parte de su comunidad y quiso proclamar su membresía a esta nación única. Omar quiso unirse a la Ummah en su felicidad y en su dolor. Al momento de su conversión, los miembros más débiles de la Ummah sufrían abuso y opresión de manera sistemática, a menudo a manos del propio Omar, pero su corazón ahora sentía dolor y él quería experimentar dicho dolor. Omar no quería que su Islam pasara desapercibido, al contrario, informó de inmediato a los enemigos del Islam que él era musulmán. Al principio, los hombres de La Meca que no habían abrazado el Islam quedaron conmocionados y no reaccionaron a la conversión de Omar, pero a medida que la noticia se divulgó, ellos se reunieron en la Casa de Dios y atacaron a Omar. Finalmente, Omar, el luchador fuerte y musculoso, se sentó en medio de sus atacantes y ellos lo golpearon. Omar se recuperó de la golpiza y, gracias a él, el Islam se hizo fuerte. El corazón de Omar estaba lleno de amor por sus hermanos y hermanas en el Islam. El Profeta Muhammad dijo: "Si fuera a haber un Profeta después de mí, ese habría sido Omar ibn Al Jattab". Más que fuerza Abu Bakr As-Siddiq y Omar fueron los dos compañeros más cercanos del Profeta Muhammad. Está reportado que Ali ibn Abu Talib decía que el Profeta Muhammad salía por las mañanas con Abu Bakr y Omar y regresaba por las noches con Abu Bakr Omar. El propio Profeta llamó a Abu Bakr y a Omar sus ojos y oídos, y dijo que ellos eran sus consejeros de entre los habitantes de la Tierra[2]. Omar estuvo al lado del Profeta Muhammad en todas las dificultades y tribulaciones que enfrentó la Ummah islámica. Cuando los musulmanes de La Meca emigraron a la ciudad de Medina, todos salieron en un éxodo secreto y bien planificado, excepto Omar. Él fue el único musulmán que emigró abiertamente; de hecho, proclamó que se estaba yendo y desafió a cualquier hombre que se sintiera lo suficientemente fuerte a que lo detuviera. Omar se echó su espada al cuello y salió dando grandes zancadas por las calles de La Meca con su cabeza en alto y su corazón, que ya no estaba lleno de odio, encendido con un amor intenso por Dios, Su Profeta Muhammad y sus compañeros creyentes. Mientras el Profeta Muhammad creaba su Ummah, Omar se mantenía firme a su lado. Aunque es recordado por su fuerza, Omar también era conocido por ser un hombre piadoso y generoso. Él pasaba las noches en oración, y a menudo despertaba a su familia en la última parte de la noche para que se uniera a él en sus devociones. Era un creyente fiel que confiaba en la promesa de Dios sobre el Paraíso, y gastó sin demora su riqueza por la causa de Dios para beneficio de los creyentes. Uno de los compañeros del Profeta Muhammad narró[3] que Omar distribuyó una vez 22.000 dirhams entre los necesitados, y tenía el hábito de distribuir bolsas de azúcar. Cuando le preguntaron a Omar por qué regalaba azúcar, dijo: "Porque amo el azúcar y Dios dijo en el Corán: "[Los creyentes] no alcanzarán la piedad auténtica hasta que den [en caridad] lo que más aman. Todo lo que den en caridad, Dios lo sabe". (Corán 3:92) Omar fue uno de los diez hombres a quienes el Profeta Muhammad les dio la buena noticia de que serían admitidos en el Paraíso[4]. Sin embargo, esto no lo detuvo de trabajar incansablemente toda su vida para complacer a Dios. Él fue un hombre de conocimiento, famoso por su generosidad y su dedicación incansable a la adoración de Dios y un devoto de la Ummah de Muhammad. El Profeta Muhammad nos aconsejó diciendo: "Una persona no es un verdadero creyente a menos que desee para su hermano lo que desea para sí mismo"[5]. Omar quería el Paraíso, pero también lo quería para todo hombre, mujer y niño que alguna vez hubiera creído que no existe divinidad excepto Dios y que Muhammad es Su Mensajero. Este era Omar, quien distinguió entre la verdad y la falsedad, un hombre de la Ummah. Pie de página: [1] Sahih Al-Bujari, Sahih Múslim. [2] At-Tirmidi. [3] Tomado de Historias de los califas correctamente guiados, del Imam Ibn Kazir. [4] At-Tirmidi. [5] Sahih Al-Bujari, Sahih Múslim y otros.