El Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue un gran hombre; construyó su grandeza a través de la confianza y firmeza en sus principios. Era de buenos modales y de hechos justos con todas las personas, tanto enemigos como amigos. Además de eso, la modestia y flexibilidad eran sus grandes cualidades, fuera de la complejidad y arrogancia. Fue franco consigo mismo y fiel a sus principios. Tenía objetivos específicos y una visión clara. Mantuvo sus principios hasta que transmitió el mensaje divino difundiendo sus nobles principios, los cuales no eran conocidos por quienes lo odiaban y vilipendiaban. Tenía todas las buenas cualidades de una persona adquiridas a través de lo innato, y todas las características de la perfección humana deseadas por los sabios. Sus rasgos hermosos se mezclaban con las nobles maneras y la mentalidad sabia para formar un maestro que despertó al mundo, como el sol ilumina la oscuridad. Él dio vida a todos los seres humanos luego de haber estado enterrados por siglos y siglos bajo la ignorancia y el egoísmo.