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Las enseñanzas del Profeta (paz y bendiciones sean con él) al comprar y vender
Las enseñanzas del Profeta (paz y bendiciones sean con él) al comprar y vender
El Profeta (paz y bendiciones sean con él) compraba y vendía, pero compraba más de lo que vendía luego de que se le confió el mensaje de Allah. Realizó otras transacciones como alquilar y rentar, nombró representantes y fue nombrado como tal, pero nombraba más de lo que era nombrado.
Compraba en efectivo y a crédito. Intercedía y los otros intercedían por él. Pedía prestado con hipoteca o sin ella.
Daba donaciones y las aceptaba. Daba regalos y los aceptaba. Si no deseaba el regalo se disculpaba con quien se lo regalaba. Aceptaba regalos ofrecidos por reyes y los distribuía entre sus compañeros.
Era el más bondadoso en sus negocios. Si pedía algo prestado, devolvía algo mejor y le suplicaba a Allah que lo bendijera a él, a su familia y a su riqueza. Una vez pidió prestado un camello, y su dueño vino a recogerlo siendo rudo con el Profeta (paz y bendiciones sean con él). Cuando sus compañeros quisieron mostrar agresión hacia el hombre, él r dijo: “Déjenlo, pues aquel que tiene un derecho puede reclamarlo”.[1]
Su reacción hacia el abuso severo hacia su persona era tolerancia adicional. Le aconsejaba a quien se ponía furioso que extinguiera su furia con la ablución, que se sentara si estaba de pie, y que buscara refugio en Allah de Satán.
Nunca era arrogante; por el contrario, se comportaba con humildad y con modestia con sus compañeros, saludando a los jóvenes y a los viejos.
Solía bromear, pero incluso entonces, siempre hablaba con la verdad. Contaba historias entretenidas, pero nunca decía nada que no fuera la verdad.
Caminaba, reparaba sus zapatos y cosía sus ropas con su propia mano. Ponía parches en su balde de cuero, ordeñaba su cabra, limpiaba sus vestiduras, servía a su familia y a sí mismo y junto a sus compañeros cargó ladrillos para construir la mezquita.
Era la persona más tolerante y amable.
Cuando era requerido para escoger entre dos cosas, siempre optaba por la más sencilla, siempre y cuando ello no fuera un pecado.
Nunca se vengaba de una injusticia cometida en contra suyo, pero cuando una de las prohibiciones de Allah había sido violada su enojo era notorio.
Solía dar y buscar consejo, visitar a los enfermos, asistir a los funerales, aceptar invitaciones y esforzarse por ayudar en las necesidades de las viudas, los pobres y los débiles.
El Profeta (paz y bendiciones sean con él) Solía suplicar a Allah por cualquiera que le hiciera un favor. Decía: “Cuando un favor te es hecho y le dices a quién te lo hizo: 'Yazak-Aláhu jairan' (Que Allah te recompense con el bien), ha elogiado lo suficiente”.[2]
[1] Al-Bujari y Muslim.
[2] At-Tirmidhi.