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El Profeta y los No Musulmanes - 1 Parte

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El Profeta y los No Musulmanes - 1 Parte

 

 

 

Ciertamente, la ley islámica ha alcanzado la cumbre en la perfección y la precisión, y también ha logrado la máxima innovación. Basta para describir esta legislación imparcial lo que dijo nuestro Señor en Su Libro en una de las últimas aleyas que fueron descendidas del Noble Corán [traducción del significado]: {Hoy os He perfeccionado vuestra religión, He completado Mi gracia sobre vosotros y he dispuesto que el Islam sea vuestra religión.}, [Corán 5:3].


Esto quiere decir que la Práctica de Adoración (Din) es completa, no tiene defectos, y los dones son completos, no insuficientes. La ley islámica engloba todos los aspectos de la vida, sean pequeños o grandes, aclara sus preceptos e indica cómo debemos comportarnos en cada situación. Al-lâh, Ensalzado, Dice (lo que se traduce en español como): {No Hemos omitido nada en el Libro}, [Corán 6:38].


El Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, en un Hadiz narrado por Al ‘Irbad Ibn Sâriah, que Al-lâh esté complacido con él, dijo: "Os he dejado sobre la vía clara, su noche es como su día, nadie se desviará de ella después de mi muerte, excepto un perdido".[1]

 


No cabe duda de que la vida de nuestro Mensajero fue una aplicación perfecta de todos los preceptos de la Shari'ah [la Ley islámica]. Por eso, su vida constituye para nosotros un ejemplo insólito que incluye todos los cambios que puede experimentar cualquier persona en general, ya sea individualmente, de manera colectiva, o la comunidad islámica en su conjunto.

El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, se relacionó en su vida con todos los grupos con los que se espera que cualquier musulmán puede relacionarse, y pasó por todas las circunstancias que pueden acontecer a la comunidad islámica en general: guerra, paz, riqueza, pobreza, épocas de poder y épocas de debilidad.


La vida del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, constituyó un sublime y evidente milagro divino por el hecho de que acumuló, en tan sólo 23 años, todos los acontecimientos que los musulmanes pueden hallar en cualquier tiempo y lugar, de modo que se hizo patente la sabiduría divina en Su dicho [traducción del significado: {Hay un bello ejemplo en el Mensajero de Al-lâh [de valor y firmeza en la fe] para quienes tienen esperanza en Al-lâh, [anhelan ser recompensados] en el Día del Juicio y recuerdan frecuentemente a Al-lâh.}, [Corán 33:21].


El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, reaccionó ante cada uno de los acontecimientos que le sucedieron de un modo único, siguiendo una tradición pura que nos brindó inestimables tesoros en el arte de tratar a los demás y la ética social. En cada aspecto de su vida destacó el factor moral, factor que influyó de un modo relevante en cada una de sus elecciones. Verdaderamente, todos sus dichos y hechos estuvieron impregnados de una moral sublime, de un fino civismo. Alcanzó la culminación y, sin exagerar, la cumbre de la perfección humana. Esto se deduce de su dicho: "He sido enviado para completar los buenos modales".[2]

Así, ninguna situación, acontecimiento, dicho o reacción suya estuvo privada del adorno de esas bellas virtudes, incluso en situaciones en las que es difícil imaginar que dichas virtudes pudieran desempañar un papel efectivo, como por ejemplo en la guerra y en la política, en el trato con personas injustas, corruptas, o con los enemigos de los musulmanes y los que estaban al acecho para perjudicarles.


Para las personas que tienen algo que ver con la política es realmente un dilema el hecho de tener que ajustar su comportamiento a un marco ético y humano. Sin embargo, el que ha estudiado la vida del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y ha analizado minuciosamente cada detalle, encuentra que este marco ético y esa disciplina moral es clara en cada una de las situaciones de su vida, sin excepción alguna.

Esto no habría de extrañarnos, pues Al-lâh describió su moral diciendo que era sublime. Dice Al-lâh en el Corán [traducción del significado: {Ciertamente eres de una naturaleza y moral grandiosas}, [Corán 68:4].


Realmente, la sublimidad en la vida del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, no tiene límites. Fue sublime exponiendo teorías y también aplicándolas. El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, demostró que los elevados y ejemplares preceptos registrados en el Libro de Al-lâh (el Corán), son perfectamente aplicables, que se pueden llevar a la práctica, y que sirven para organizar la vida de todas las personas. Además, dicho Libro constituye una guía clara para quien desee sinceramente ser guiado. La vida del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, es una traducción sincera de todos los preceptos divinos. La Madre de los Creyentes, la Señora ‘A’ishah[3], que Al-lâh Esté complacido con ella, acertó cuando describió la moral del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, diciendo: "Su moral era el Corán"[4].

 

¿POR QUÉ LUCHAN CONTRA EL ISLAM?

A pesar de que su moral era sublime, y a pesar de que su noble vida quedó registrada en la historia, muchas personas niegan todo eso y lo desmienten. Incluso llegan a superar la etapa de la simple refutación y el rechazo, llegando a insultarlo, calumniarlo y difamar en su contra.


A veces nos quedamos asombrados y perplejos ante estos grupos hostiles al Islam, que atacan a la mejor persona que ha existido y al líder de los hijos de Adam [Adán] en el Día de la Resurrección y nos preguntamos extrañados: ¿Cómo es posible que sus ojos no vean la luz resplandeciente que despidió? ¿Cómo es posible que sus mentes no perciban la evidencia de esa verdad? Sin embargo, cuando analizamos con detalle la situación de esos desmentidores, calumniadores y maldicientes, la perplejidad y la sorpresa desaparecen, y la admiración y el asombro se desvanecen.


Se trata de personas, o bien envidiosos, o bien ignorantes.

En cuanto a los primeros, su problema no es la falta de conocimiento, pues éstos distinguen claramente la verdad, lo que ocurre es que voluntariamente escogen seguir a otro. Las causas de por qué niegan y contradicen son numerosas: a unos les gusta la vida que llevan, otros buscan su propio interés, otros siguen sus caprichos, mientras que otros sienten celos y envidia hacia los demás.

Se trata de grupos desviados a quienes no les faltan pruebas ni argumentos. Sobre ellos Dice Al-lâh, Ensalzado, [traducción del significado]: {Y a pesar de estar convencidos [de la verdad de los signos], los negaron injusta y arrogantemente. Observa, pues, cómo fue el final de los corruptores.}, [Corán 27:14].


Este grupo engloba a los mayores delincuentes, a los cabecillas de la sedición y el desvío, y a los seguidores de Iblís (Satanás), el maldecido. Este tipo de personas han estado presentes en todas las épocas, conviviendo con los profetas, y con las personas sinceras y justas. Son los enemigos del bien allá donde estén, predicadores de la corrupción y la indecencia en cualquier tiempo y lugar. Éstos, aunque están en la trinchera del diablo, se presentan como líderes para las malas personas.

Sus conciencias están muertas, su naturaleza innata es corrupta, sus corazones están ennegrecidos y su vista está cegada, ya que han escogido para sí mismos y para sus pueblos el camino del desvío y la seducción, y han rechazado de lleno cualquier guía que lleve al bien, poniendo todo su afán en luchar contra las personas justas y honradas.


Ejemplos de este grupo son Faraón, Hamán (ministro de Faraón) y Qârûn, así como también Abu Yahl, Ubai Ibn Jalaf, y Abu Lahab... Cosroes y César... y Huiai Ibn Ajtab y Ka‘ab Ibn Al Ashraf. Entre ellos los hubo que vistieron túnicas de reyes y sultanes, otros llevaban túnicas de rabinos y monjes, otros empuñaron la espada y combatieron, otros cogieron la pluma y blasfemaron. Su religión podía ser la judía, la cristiana, algunos de ellos eran idólatras y otros mayus (adoradores del fuego)... también había ateos que negaban la divinidad, e incluso los hubo que, haciéndose pasar por musulmanes, eran hipócritas, como por ejemplo el caso de Abdul-lâh Ibn Ubai Ibn Salûl.

Se trata de una facción enormemente peligrosa y como musulmanes tenemos la obligación de descubrir sus patrañas, y de sacar a la luz sus planes y conspiraciones, así como de advertir a todo el mundo de su maldad y perversión.


Sin embargo, a pesar de que se trate de un grupo realmente peligroso, gracias a Al-lâh es poco numeroso. Representan un porcentaje mínimo en el censo de las personas que rechazan la religión y blasfeman contra los profetas y las personas justas. Se podría decir que sólo son gotas en un amplio mar.


¿Qué representan Faraón, Hamán (ministro de Faraón) y Qârûn en comparación con el pueblo egipcio? y ¿qué representan Abu Yahl y Abu Ibn Jalaf y Abu Lahab comparados con el pueblo de La Meca? ¿Quién es Cosroes si contamos los habitantes de Irak, Persia y las tierras circundantes? ¿Quién es Hércules comparado con los cristianos del Levante Mediterráneo (Sham), Anatolia y Europa?

Esta facción que lucha contra la religión intencionadamente y con anhelo, que carga contra la virtud y la moralidad deliberadamente y con conocimiento, y que asalta el honor de las personas justas sintiendo placer y gusto al hacerlo, en realidad son una minoría dentro del conjunto de personas que blasfeman contra la religión, la atacan y obstaculizan el acceso a ella.


Pero si este grupo es tan minoritario, entonces, ¿quiénes son la gran mayoría de los incrédulos y detractores?

Ellos son la otra facción, aquellos que siguen a los líderes de la incredulidad y el desvío. Son la gente común, aquellos que no conocen la religión por sus verdaderas fuentes, sino que se la han presentado como si fuera un conjunto de innovaciones censurables, de tradiciones anticuadas, y de ideas desviadas, de modo que han sido conducidos como una manada detrás de los demonios (o sea diablos), y han avanzado siguiendo sus directrices hacia su propio abismo, mientras creían haber obrado el bien.


Este grupo está formado por los ignorantes, los que no tienen conocimiento, y también por la gente sencilla que necesita que se le expliquen y se le aclaren los asuntos, e incluso se incluye en este grupo la gente sensata que necesita pruebas y argumentos.

Estas personas simplemente necesitan conocimiento. Ellos no atacan al Islam porque lo desean, ni insultan porque les gusta, ni embisten contra el Islam o blasfeman contra el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, por convencimiento y empeño.

¡Son la gente común y sencilla!

¡Estamos hablando de la gran masa del pueblo!

¡La gente común!

 

Continúa en parte 2…

 

Fuente: www.islamstory.com

 

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