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Las Heroínas del Islam - 1º Parte
Las Heroínas del Islam - 1º Parte
A lo largo de la historia del Islam, numerosas son las historias de hombres musulmanes que lo dieron todo por la causa de Allah y de la Ummah. Hombres como Umar Bin Al Khattab, Khalid Bin Walid, Amr al Aas y otros.
Leemos las hazañas y los logros de estos hombres heroicos y no podemos evitar preguntarnos... ¿Hubo alguna heroína musulmana? ¿Las mujeres musulmanas fueron tan activas como los hombres en la búsqueda de la instauración del Islam? Después de revisar la vida de las Sahabiyat (compañeras mujeres), uno se sorprende al saber que en realidad eran tan activas como sus homólogos masculinos.
En esta Conferencia podremos conocer las vidas de algunas de estas Sahabiyat y examinar sus hazañas y logros; y al final de la Conferencia, lograr no sólo conocer a algunas de las heroínas del Islam, pero también obtener una mejor comprensión de las mujeres musulmanas en general.
Comenzamos con la historia de Um Haram bint Malhan. Ella era la tía de Anas bin Malik y su ambición era ser martirizada por la causa de Islam.
Ella fue la primera mujer de los Ansar en abrazar el Islam y el Profeta (saaus) la tenía en alta estima. Él solía visitar su hogar y descansar allí cuando estaba cansado. Um Haram se sentía agradecida por su presencia y consideraba servirle como un gran honor. Cuando se le preguntó por qué visitaba su casa tan a menudo, el Profeta (saaus) respondió que sentía una sensación de lástima por la familia desde que vio a dos de sus hermanos ser martirizados en la batalla de Bir Maoonah. Él la visitaba para atender sus necesidades y consolarla.
Una vez durante su visita, dijo el Profeta (saaus),dijo: "Entre mi Ummah un ejército navegará en el mar como un rey se sienta en su trono." Um Haram le preguntó si ella estaría en ese ejército. "Sí", respondió él; "Serás uno de los más importantes miembros".
Tanto el esposo de Um Haram como su hijo lucharon con el Profeta (saaus) durante la batalla de Badr. Más tarde fueron martirizados durante la batalla de Uhud. Ella se volvió a casar y tuvo más hijos.
Durante el Califato de Uzman, Muawiya hijo de Abu Sufyan recibió permiso para conquistar el Chipre. Para esta batalla se formó la primera fuerza naval musulmana. Um Haram junto con su esposo Ubadah bin Samit habían acompañado a esta fuerza naval. Después de llegar a Chipre, la flota musulmana acopló las naves y partió para estudiar los territorios enemigos. Um Haram montó una mula para viajar por tierra, pero por desgracia la mula tuvo miedo de algo y consecuentemente Um Haram fue arrojada al suelo. A causa de esto su cuello se rompió y ella murió. Así ella logró el martirio deseado y la profecía fue predicha por el Mensajero de Allah -saaus- se había hecho realidad. Um Haram fue enterrada allí en Chipre, donde su tumba permanece en ese lugar hasta el día de hoy.
Um Haram no fue la única mujer en su familia conocida por el coraje y la dedicación a la fe. Su hermana, Um Sulaym era tan temerosa de Allah y valiente como ella. Como su hermana, Um Sulaym fue una de las primeras mujeres de Ansar en aceptar el Islam; y tomó su decisión sin el conocimiento ni el consentimiento de su esposo que estaba de viaje. Al regresar de su viaje, el esposo de Um Sulaym sintió un cambio en su familia. Su esposa le explicó que ella había aceptado la religión de Muhammad (saaus).
El marido de Um Sulaym se puso furioso, sobre todo después de ver el fervor que su hijo Anas tenía por esta nueva fe. Después de mucha violencia, el esposo de Um Sulaym salió de la casa y más tarde fue asesinado.
Cuando se supo que Um Sulaym había enviudado, un hombre rico llamado Abu Talha se acercó a ella para contraer matrimonio. Confiaba en que ella aceptaría su propuesta porque él era rico, guapo y popular entre la gente. Abu Talha llegó a casa de Um Sulaym. Pidió permiso para entrar y fue recibido. Su hijo Anas estaba presente. Abu Talhah explicó por qué había venido y pidió la mano de Um Sulaym en matrimonio.
"Un hombre como tú, Abu Talhah," dijo ella, " no es (fácilmente) rechazado. "Pero nunca voy casarme contigo mientras eres un kafir, un incrédulo".
Abu Talhah pensó que ella estaba tratando de decepcionarlo y que tal vez ella ya había elegido a alguien más rico y más influyente que él. Y le dijo:
"¿Qué es lo que realmente te impide aceptarme, Um Sulaym? Son los metales blancos y amarillos (oro y plata)?"
"¿Oro y plata?" preguntó desconcertada y en un tono ligeramente censurador. "Sí," dijo él. Y ella dijo: "Te juro, Abu Talhah, y juro por Dios y su Mensajero, que si aceptas el Islam estaré encantada de aceptarte como un marido, sin oro ni plata. Consideraré tu aceptación del Islam como mi dote."
Abu Talhah entendido completamente la implicación de sus palabras; y pensó en el ídolo que él mismo había tallado en madera, al cual adoraba. Como leyendo su mente, Um Sulaym dijo; "No sabes, Abu Talhah, que el dios que adoras además de Allah creció de la tierra?"; "Es cierto", dijo él.
“¿No te sientes estúpido al adorar parte de un árbol mientras usas el resto de él para combustible, para hornear pan o como calefacción? (Si renuncias a esas tontas creencias y prácticas) y te conviertes en musulmán, Abu Talhah, yo estaré contenta te aceptarte como esposo, y yo no quiero ninguna caridad de ti, aparte de tu aceptación del Islam. "
"¿Quién me va a enseñar el Islam?", preguntó Abu Talhah. "Yo" Um Sulaym respondió. "¿Cómo?" preguntó él.
"Expresa la verdad y da testimonio de que no hay otro Dios que Allah y que Muhammed es el Mensajero de Allah. Ve a tu casa destruye tu ídolo y deséchalo."
Abu Talhah se retiró y reflexionó profundamente sobre lo que había dicho Um Sulaym. Luego volvió a ella radiante de felicidad.
"He tomado tu consejo en serio. Declaro que no hay Dios sino Allah y que Muhammad es el Mensajero de Allah".
Entonces, Um Sulaym y Abu Talhah se casaron. Anas, su hijo, estaba complacido y los musulmanes decían: "Nunca hemos oído de una dote que sea más valiosa y preciosa que la de Um Sulaym, pues ella hizo que el Islam fuera su dote."
Abu Talhah y Um Sulaym tuvieron una vida familiar islámica ejemplar, dedicada al Profeta -saaus- y al servicio de los musulmanes y el Islam. El Profeta -saaus- solía visitar su casa. A veces, cuando llegaba el momento de la oración, él oraba en una alfombrilla proporcionada por Um Sulaym. A veces también tomaba la siesta en su casa y, mientras dormía, ella secaba el sudor de su frente. Una vez el Profeta se despertó de su siesta y le preguntó: "Um Sulaym, ¿qué estás haciendo?" "Estoy tomando estas (gotas de sudor) como una barakah (bendición) que viene de ti" respondió.
Además de su fe fuerte, Um Sulaym también se destacaba por su coraje y valentía. Durante la batalla de Uhud, llevaba un puñal en los pliegues de su vestido. También dio agua y atendió a los heridos. Cuando el Profeta (saaus) se quedó solo en el campo de batalla durante esta batalla, ella fue una de las mujeres que corrió para protegerlo del enemigo.