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LA COMPASIÓN DEL PROFETA MUHAMMAD PARA CON LOS NO MUSULMANES

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La misericordia del Profeta incluso se extendió a aquellos que asesinaron brutalmente y luego mutilaron el cuerpo de su tío Hamzah, una de las personas más queridas para él.  Hamzah fue uno de los primeros en aceptar el Islam y, a través de su influencia y posición en la jerarquía Quraishita, muchas veces evitó que los musulmanes fuesen dañados.  Un esclavo abisinio perteneciente a la esposa de Abu Sufyan, Hind, buscó y mató a Hamzah en la batalla de Uhud.  La noche antes de la reconquista de La Meca, Abu Sufyan aceptó el Islam, pero temía la venganza del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él).  El Profeta, sin embargo, lo perdonó y no buscó ninguna retribución por todo el daño que le había causado durante sus años de enemistad.

 


Después que el esclavo de Hind hubo matado a Hamzah, ella mutiló su cuerpo cortando su pecho y rasgando su hígado y corazón en pedazos.  Tiempo después ella vino calladamente ante Profeta y aceptó el Islam, él la reconoció mas no la recriminó.  Ella se impresionó tanto por su magnanimidad y piedad que dijo: “¡Mensajero de Dios!  nada es más preciado para mí que tu protección en este momento; hoy ninguna persona es más encantadora en mis ojos que tu”.

 


Ikrama, el hijo de Abu Yahl, era un gran enemigo del Profeta y del Islam.  Huyó al Yemen después de la reconquista de La Meca.  Después de que su esposa abrazó el Islam, lo trajo ante el Profeta Muhammad bajo su protección.  El Profeta estaba tan complacido de verlo que lo saludó con estas palabras:

“¡Oh, Jinete emigrado!  la paz sea contigo, eres bienvenido”.

 


Safwan bin Umaya, uno de los jefes de La Meca, también era un gran enemigo de Muhammad y del Islam.  Él prometió una recompensa a Umair Ibn Wahab si lograba matar a Muhammad.  Cuando La Meca fue reconquistada, Safwan huyó a Jeddah con la esperanza de encontrar un barco que lo transportara al Yemen.  Umair Ibn Wahab fue a Muhammad y dijo: “¡Mensajero de Dios!  Safwan Ibn Umayya, jefe de su tribu, ha huido por temor de lo que puedas hacer con él y ha amenazado con lanzarse al mar”.  El Profeta le envió una garantía de protección, y cuando estuvo de vuelta le pidió a Muhammad que le diera dos meses para llegar a una decisión...  El Profeta le dio cuatro meses, después de los cuales se volvió musulmán por su propia voluntad.

 


Habir Ibn al-Aswad era otro enemigo peligroso de Muhammad y del Islam.  Infligió una lesión seria a Zainab, hija del Profeta, cuando ella decidió emigrar a Medina.  Ella estaba embarazada cuando empezó su emigración, y los politeístas de La Meca intentaron detenerla al salir.  Este hombre en particular, hijo de Habbar al-Aswad, la asaltó e intencionalmente la hizo caer de su camello.  La caída le había ocasionado el aborto y la lastimó seriamente.  El atacante, había además cometido muchos otros crímenes contra los musulmanes.  Él quiso huir a Persia, pero decidió ir y presentarse ante Muhammad, el Profeta lo perdonó magnánimamente.

 


Los miembros de la tribu de Quraish eran enemigos acérrimos del Islam, y por un período de trece años, mientras el Profeta todavía estaba en La Meca, ellos le causaron diferentes ofensas, se burlaban del él y del Islam, lo agredían física y psicológicamente.  Cierta vez, pusieron la placenta de una camella en su espalda mientras él rezaba; y boicotearon al Profeta y a su tribu hasta que las sanciones sociales se volvieron insoportables.  Ellos intentaron matarlo en más de una ocasión; y cuando el Profeta escapó a Medina, reunieron a la mayoría de las tribus árabes y emprendieron muchas expediciones contra él.  Sin embargo, cuando los musulmanes entraron victoriosos en La Meca, con un ejército de 10.000 hombres, el Profeta no tomó venganza contra ninguno de ellos.  El Profeta le dijo a los Quraish:

¡Gente de Quraish!  ¿Qué piensan que haré con ustedes?


Esperando una respuesta favorable, ellos dijeron: “Harás el bien.  Eres es un hermano noble, hijo de un hermano noble”.

El Profeta les dijo entonces:

Entonces yo les digo lo que el Profeta José dijo a sus hermanos: “No serán reprochados hoy.  ¡Vayan!  ¡Porque son todos libres!” 

Rara vez en la historia encontramos ejemplos de perdón como éste.  Incluso su enemigo mortal, Abu Sufyan, el que tantas batallas libró contra el Islam, fue perdonado; como lo hubiese sido cualquier persona que permaneció en su casa y no combatía en su contra.

 


El Profeta perdonó, y ningún crimen o agresión contra él era demasiado grande para no ser perdonado por él.  Fue el ejemplo completo de perdón y bondad, como menciona el siguiente versículo del Corán:

“[¡Oh, Muhammad!] Ante todo, elige perdonar, ordena el bien y apártate de quienes se comportan contigo en forma ignorante.” (Corán 7:199)

Él siempre contestó al mal con el bien, el perdón y la conducta ejemplar; lo cual, según su forma de ver, son el mejor antídoto contra el veneno.  Él creyó y practicó el precepto de que el amor puede cubrir el odio, y la agresión puede anularse con el perdón.  Él superó la ignorancia de las personas con el conocimiento del Islam; y la insensatez y maldad de las personas, con su amabilidad y carácter perdonador.  Con su perdón, él libró a las personas de la esclavitud del pecado y del crimen, y los convirtió en grandes amigos del Islam.  El Profeta era un ejemplo vivo del versículo Coránico:

No se equipara obrar el bien y obrar el mal.  Si eres maltratado responde con una buena actitud [sabiendo disculpar], y entonces verás que aquel con quien tenías una enemistad se convertirá en tu amigo ferviente.” (Corán 41:34)

 

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