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La oración, la concentración en ella y la sabiduría detrás de su prescripción

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2481 2012/08/02 2024/04/19

Primer Jutba:

Sheij Muhammad ibn Salih Al-Uzaimin


Las alabanzas son para Al-lah, Aquel que prescribió las oraciones a Sus siervos con unos propósitos y objetivos muy sabios, y estableció que estas oraciones fueran la expiación de todos los pecados pequeños y errores que se cometan entre ellas. Atestiguo que no hay nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Al-lah, Único, sin socio alguno, Aquel que posee la Inmensidad, la Gloria y el Poder; y atestiguo que Muhammad es Su siervo y Mensajero, el ejemplo de los piadosos y temerosos, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, con su familia y sus honorables compañeros.

 

Procediendo:

¡Hermanos musulmanes! Teman a Al-lah, Alabado sea, y reflexionen en la gran sabiduría que estableció en todos los actos de adoración que nos ordenó, y en todos los males y pecados que nos prohibió; y sepan que Él no prescribió los actos de adoración porque estaba necesitado de nosotros, al contrario, Él prescinde de todas las criaturas, pero nos ha ordenado todos estos actos de adoración porque somos nosotros quienes estamos necesitados de Él y porque todos nuestros asuntos –religiosos y mundanos– dependen de Él.

Todos los actos de adoración son un bien para los cuerpos, los corazones, los individuos y las naciones; por ello, si se purifican los corazones se purifican también los cuerpos. Dijo el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Por cierto que en el cuerpo existe un órgano que si se encuentra sano, todo el cuerpo lo estará también; y si se corrompe, todo el cuerpo se corromperá. Este es el corazón”.

 

¡Hermanos musulmanes! Ciertamente estamos necesitados de nuestro Señor, lo necesitamos en todo momento, no podemos prescindir de Él ni un solo instante; por lo tanto, debemos adorarlo, agradecerle y recordarlo continuamente. Y sepan que Él ha legislado diversos actos de adoración que nos acercan a Él y nos traen una gran recompensa, como las cinco oraciones, las cuales purifican el corazón de los pecados y hacen llegar al siervo a su objetivo, son un lazo de unión entre él y su Creador, pues antes de realizar la oración tiene que purificar su interior y exterior, y se presenta ante su Señor completamente limpio, concentrado y sometido ante Él; no distrae su rostro ni su corazón, su rostro está en dirección al recinto sagrado de la Meca y su corazón con Al-lah, es decir, se ha dirigido a su Señor interna y externamente.

 

Al rezar, el siervo recita el Corán reflexionando en sus significados, acata las órdenes de su Señor y Sus prohibiciones, reflexiona en todo lo que les sucedió a los pueblos anteriores y extrae lecciones de ello. Si recita un versículo que habla de la Misericordia de Al-lah lo ves anhelando el favor de Al-lah, pidiéndole a Al-lah, Glorificado sea, que le otorgue parte de ello. Si recita un versículo que habla del castigo y el Infierno lo ves atemorizado, buscando refugio en Al-lah de Su castigo. Después, inclina su espalda y cabeza (ruku’) exaltando a Al-lah, el Señor Grandioso, y dice: “Glorificado sea mi Señor, el Grandioso” (Subhana Rabbi Al ‘Adhim); a la vez que tiene presente el Poder de Aquel al que se someten todas las personas y todos los asuntos difíciles, se somete ante Su Poderío e Inmensidad, de esta forma estará exaltando a Al-lah con su lengua, su corazón y su cuerpo –internamente y externamente– y estará obedeciendo la orden de su Señor y Su Mensajero.

 

Dijo Al-lah, Alabado sea: {¡Oh, creyentes! Inclinaos y prosternaos [en oración], adorad a vuestro Señor y haced el bien para que triunféis} [Corán 22:77]; y dijo también: {Glorifica, pues, el nombre de tu Señor, el Grandioso} [Corán 69:52]. Dijo el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Dilo (Glorifica el nombre de tu Señor, el Grandioso) cuando estés inclinado (en la oración)”. Después de exaltar todo lo que quiera a su Señor, levanta su cabeza elogiando a su Señor y alabándolo por Su perfecta Generosidad y por Sus sublimes atributos, pues ciertamente Él es el Alabado en toda situación y el Agradecido en todo idioma.

 

Después de esto, cae postrado (suyud), apoyándose sobre las partes de su cuerpo más importantes y más honradas: las palmas de las manos, las rodillas, la punta de los pies y la frente incluyendo la nariz –todas estas partes bien asentadas sobre el suelo–. En esta situación tiene presente en su mente a Aquel que está siempre por encima de todos y nunca por debajo, es decir, la Elevación del Señor Altísimo, y dice: “Glorificado sea mi Señor, el Altísimo” (Subhana Rabbi Al A’la), es decir, niega cualquier imperfección de su Señor –tal como estar debajo de alguien– y lo describe con la Elevación sobre todas las cosas. Puesto que Él es Sublime en sí mismo y Sublime con Sus atributos, Él está por encima de todas las cosas y Sus atributos son los más sublimes y más perfectos; y debido a esta sumisión del siervo al postrarse exaltando a su Señor es que está más próximo a Él. Luego de glorificar cuanto desee a su Señor, el Altísimo, le pide todo lo que quiera; dijo el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Y cuando estén postrados aprovechen para hacer muchas súplicas, porque es más propicio que les sean contestadas”.

 

Luego de esta postración y sumisión ante Al-lah, se incorpora y toma asiento humildemente sobre el suelo, colocando sus manos sobre sus muslos, suplicándole a su Señor el perdón, la misericordia y la salud.

Y termina su oración exaltando a Al-lah, Elevado sea, y describiéndolo tal como Él merece: “At tahiatu Lil-lahi wa as salawatu wa at taibatu” (Las salutaciones, las oraciones y las buenas obras son para Al-lah); pide a Al-lah que elogie a Su Profeta y haga descender sobre él Su misericordia y bendiciones (As-Salamu ‘alaika aiuha an nabiu wa rahmatul-lahi wa barakatuh), después pide a Al-lah que descienda la Misericordia sobre él como siervo y sobre quienes están junto a él, y sobre el resto de siervos piadosos de Al-lah –ya sea en los cielos o en la tierra–, luego vuelve a pedirle a Al-lah que elogie y bendiga a Su Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y finalmente busca refugio en Al-lah de los males de esta vida y la otra, diciendo: “Al-lahuma inni a’udhu bika min ‘adhabi yahannama wa min ‘adhabi al qabr wa min fitnati al mahia wal mamati wa min sharri fitnati al masihi ad dayyal” (¡Oh Al-lah! En Ti me refugio del castigo del Infierno, del castigo de la tumba, de la tribulación de la vida y de la muerte, y del mal de la tribulación del Falso Mesías), luego pide lo que quiera.

 

Hermanos musulmanes, el orante se va moviendo entre los diversos jardines de la adoración: de pie, sentado, inclinado, postrado, recitando el Corán, recordando y suplicando a Al-lah; es decir, su corazón está con su Señor en todas estas situaciones. ¡¿Acaso hay alguna bendición mayor que esta?! ¿Existe situación mejor que esta? De ahí que la oración sea la alegría y el deleite de los creyentes, el jardín que calma sus corazones y la vida para aquellos que recuerdan a Al-lah. Sus frutos son grandiosos: el orante terminación su oración con un corazón diferente al que tenía cuando entró en ella, con un corazón repleto de luz y felicidad, abierto para todas las bendiciones del Islam; por ello encuentra que ama el bien y detesta el mal, confirmándose de esta forma las Palabras de Al-lah: {Recita lo que se te ha revelado del Libro [el Corán] y haz la oración, que ciertamente la oración preserva de cometer actos inmorales y reprobables. Y sabe que tener presente a Al-lah en el corazón durante la oración es lo importante, y Al-lah sabe lo que hacéis} [Corán 29:45].

 

¡Siervos de Al-lah! Un acto de adoración cuyas consecuencias son estas, una obra cuyos frutos son estos, es digna de cumplirla y aferrarse a ella, y establecerla como nuestra mayor preocupación; y a Al-lah Le pedimos que nos asista para poder recordarlo, agradecerle y adorarlo correctamente. Nos refugiamos en Él de las tretas y del desvío de Satanás, y que nos haga de aquellos sobre los que Al-lah, Elevado sea, dijo: {Observad la oración prescrita, y especialmente la oración intermedia [Salat Al ‘Aser], y cumplidla con sometimiento a Al-lah} [Corán 2:238].

Que Al-lah, Glorificado sea, nos bendiga con lo que leamos y entendamos del Corán, y nos beneficie con la compresión de Sus sabios signos.

 

                Le pido a Al-lah, Glorificado sea, perdón por nuestras faltas. Háganlo ustedes también.

 

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