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Los Derechos de los Huéspedes e Invitados
En el Islam, los huéspedes y los invitados tienen derecho a que se les muestre consideración y generosidad. El Profeta dijo:
“Quien crea en Dios y en el Último Día, que sea generoso con su vecino. Quien crea en Dios y en el Último Día, que sea generoso con sus huéspedes”. Un hombre le preguntó: “¿Y qué es lo que corresponde, Muhámmad?”. Él respondió: “Ofrecerles al menos un día y una noche, y se debe honrar al huésped por tres días. Quien haga más que eso… contará como una caridad para él. Y quien crea en Dios y en el Último Día, que hable lo bueno o se calle” (al-Bujari).
El Islam considera que honrar a los huéspedes es una obra de bien, por la cual el musulmán será recompensado. Igualmente, el huésped o invitado también debe tomar en consideración la situación de su anfitrión, para no cargarlo con una responsabilidad que éste no pueda afrontar. El Profeta dijo:
“No es lícito para un musulmán quedarse en la casa de su hermano hasta que lo haga caer en un pecado”. Le preguntaron: “Oh, Mensajero de Dios, ¿Cómo puede un huésped hacernos caer en un pecado?”. El Mensajero de Dios r respondió: “Quedándose y demorándose en la casa de su anfitrión cuando este ya no tiene dinero para mantenerlo ni alimentos para servirle” (Muslim).
El imam Al-Ghazali escribió en su libro Vivificación de las Ciencias Religiosas (Ihíya ‘Ulúmid-Dín) sobre el Profeta:
“El Mensajero de Dios honró a sus huéspedes. Inclusive se quitaba una prenda de vestir para que su huésped se sentara sobre ella, aún sin ser un pariente. Solía ofrecer a su huésped su propio almohadón e insistía hasta que se lo aceptara. Nadie llegaba como huésped sin que concluyera que él era la más generosa de las personas. Él le concedía a cada uno de los compañeros que se sentaban con él una parte de su atención. Hablaba de manera directa y los escuchaba con atención. Aún entonces, sus reuniones se caracterizaban por la modestia, la humildad y la honestidad. Solía llamar a sus compañeros por su sobrenombre[1] para honrarlos… Era el más difícil para enojarse y el más fácil para contentarse”.
[1] En árabe kuniah, que es un nombre derivado de un lazo de parentesco, por ejemplo Abul Qásim (Padre de Qásim).